Elegir un vino puede ser complicado dada la extensa carta de algunos restaurantes. Y es aún más difícil si no se tiene mucho conocimiento sobre la materia. Pero, aunque no lo parezca, elegir la opción correcta es más fácil de lo que parece.
Veamos los seis errores que más se cometen en un restaurante a la hora de pedir un vino para así evitar que te entren los sudores fríos cuando el camarero pregunte “¿saben qué van a tomar?”.
1. Cualquier vaso es apto para beber
Diferentes estudios aseguran que la forma y el tamaño de la copa influyen considerablemente en nuestra percepción sensorial. Que no te dé vergüenza pedir que te la cambien. Es probable que el restaurante ofrezca de inicio una copa de vino “estándar”, pero si en otras mesas ves que los comensales tienen un tipo diferente sobre la mesa, pregunta si puedes tú tener uno a la altura del vino que has pedido.
La regla general es una copa de vino más pequeña para vinos blancos (a excepción del Chardonnay) y más grande para los tintos.
2. Elegir según la uva con el que está hecho
Piensas “elijo este porque es el único que conozco”. En un intento de querer aparentar saber mucho puedes acabar cometiendo un error carísimo. Pregunta y aprende qué vino marida mejor según el plato que vas a comer. De este modo, ampliarás tus conocimientos sobre la materia y te ahorrarás futuras equivocaciones. No todos los vinos son iguales.
3. Evitar devolver el mal vino
Antes de anticiparte a calificar un vino como malo, analiza antes rasgos como el aroma. Si presenta un fuerte olor a corcho, a cartón mojado o incluso a moho, es debido a un defecto que parte de la bodega, y por tanto puedes reclamar al restaurante que lo cambie. No obstante, antes oxigena el vino para ver si el desagradable aroma desaparece.
Si aún así, crees que algo va mal con el vino, pero no estás seguro, pide al camarero/sumiller que lo revise. No tengas vergüenza si consideras que debes devolverlo.
4. Elegir el segundo vino más barato de la carta
O lo que es lo mismo: no ser tan tacaño. Sin embargo, algunos restaurantes ya saben que los clientes cometen este error. Por este motivo compran un vino barato para conseguir un mayor margen de ganancia. Con esto no decimos que os la juguéis al más barato, la carta más segura es el vino de la casa, aunque hay que ir con cuidado con su precio, claro. Y si no, recurre al punto siguiente.
5. Hablar no cuesta dinero
Este caso tiene relación con el anterior error. Aprender de un sumiller, que puede aconsejarte o explicarte qué le sucede al vino, no hará que la cuenta tenga un cero de más.
Cuando hay un sumiller disponible, debes aprovechar la ocasión porque podrá explicar el origen y, tal vez, algún secreto del vino que quieres compartir en la velada. Piensa que el sumiller desea tanto como tú que vivas la mejor experiencia y puedes estar seguro de que “cuidará” de ti. Puedes hablar tranquilamente sobre el presupuesto del que dispones, si consumes frecuentemente alcohol, con qué se maridará...
6. No degustarlo antes de pedirlo
“¿Desea probarlo?” Ante esta pregunta, la respuesta es algo obvia: “sí, por favor”. Evidentemente, no los probarás todos, pero si haces una degustación del vino y no te convence, ¿para qué seguir con esa botella toda la cena?
Cabe la posibilidad de que las botellas ya estén abiertas, así que no sufras creyendo que te hará pagar la botella sin más. No obstante, si no puedes hacerlo, tranquilo. Si no te ha gustado después de la recomendación del sumiller, es posible que asuma parte de culpa por no haberte ofrecido el vino perfecto para ti e intente arreglarlo, aunque, siendo sinceros, es realmente difícil que se equivoque. Al fin y al cabo, como hemos visto, son muy necesarios para tener una cena en armonía.